La Pachamama Raymi, que significa en castellano “Fiesta de la madre tierra”, es celebrada cada primera semana del mes de agosto. El pueblo de Cusco le rinde un homenaje a la Madre tierra como agradecimiento a las bendiciones otorgadas a sus cosechas, las mismas que sirven para mantener a sus familias durante todo el año.
La tradición de venerar a la Pachamama data desde la época prehispánica, el pueblo inca la consideraba la divinidad protectora del Imperio Incaico, dedicada a alimentar y preservar el bienestar del hombre. Esta celebración es un acto de reciprocidad y alabanza a la naturaleza, según las culturas andinas, para continuar manteniendo alianzas con el hombre. Los incas le tenían mucho respeto a los Apus (montañas) y Pachamama (Diosa de la fertilidad), al igual que al Dios Sol (Inti), siendo sus principales deidades. Por eso la realización de ceremonias de culto a la Madre tierra como agradecimiento por las cosechas.
La fecha central es el 1 de agosto, ese día los campesinos no trabajan con la tierra para dejarla descansar, empezando el ritual de pago. Esto consiste en brindarle alimentos trabajados y producidos por la Pachamama, también hoja de coca, semillas de huairuro, chicha de jora y otras bebidas. Las provisiones deben estar cocidas, en una señal de respeto a la tierra, luego se cava y en el hueco se ponen todos los suministros como dando de comer a la Madre tierra.
En la actualidad, los pobladores realizan este ritual ancestral con un sacerdote andino conocido como “Pako”, él se encarga de realizar el “haywasqa” (pago a la tierra) sobre un manto multicolor.
La cosmovisión andina, cree que en esta época la Pachamama tiene hambre y sed, motivo principal para la realización de esta celebración, considerando a la tierra como fuente de vida para los pobladores. Es entendido como el mayor acto de reciprocidad consciente que podemos hacer; este es un verdadero momento de agradecimiento a la gran madre, que todo lo nutre y le agradecemos por todo lo que nos da incansablemente, día tras día, mes a mes, año tras año. En esta ofrenda hay unidad entre el mundo material y el mundo espiritual.
Nación Q’ero
La nación Q’ero es una comunidad quechua que vive en las montañas de los Andes del Perú a más de 4.800 metros de altura; es uno de los pueblos antiguos del Tawantisuyo o Imperio Incaico. En su estrecha relación con la tierra y sus montañas donde se han refugiado escapando a la conquista española, han conservado su identidad, sus costumbres ancestrales y su sabiduría, compartiendo hoy su cosmovisión andina, su tecnología agrícola, sus técnicas de tejido y telares, su medicina tradicional, sus actos rituales y festividades.
"Una profecía andina, custodiada y guardada por la nación Q’ero, dice que sus rituales y sus formas tradicionales de relacionarse con los Dadores de Vida son la medicina que necesitamos para vivir en armonía con la naturaleza y restablecer el equilibrio entre el humano y la Madre Tierra”. Este es un fragmento de la profecía del Pachacuti, profecía que cuenta sobre este tiempo de cambio y revolución, que traerá el nacimiento de un nuevo ser humano, más conectado con los ciclos y la naturaleza.
Yanantin, armonía y equilibrio
Las ofrendas hacen un equilibrio entre lo femenino y lo masculino; esta es una manera en la que las personas devuelven lo que han tomado y recibido de la pacha. Aquí aparece el principio de reciprocidad entre el ser y la naturaleza, al que en los Andes se le llama "Ayni", que significa reciprocidad cósmica. Las ofrendas tienen una misión: la reconciliación y reconexión, a través del “Ayni”, con las fuerzas espirituales y lo sagrado. En este tiempo de ofrendas, valoramos los ciclos la vida, la familia, la madre tierra, el equilibrio y las sagradas tecnologías de espíritu de nuestra cultura andina. La ofrenda ancestral andina es un momento de sembrar los sueños.
Ejercicio para festejar la Madre Tierra:
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